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En la actualidad se habla de depresión de una forma coloquial, utilizándolo como sinónimo de tristeza independientemente de la causa que la produzca, que puede ser la propia enfermedad (depresión) o un problema vital. La depresión es una patología compleja que puede tener distintos orígenes y en el que es básica una completa evaluación antes de decidir un tipo u otro de tratamiento.
Son característicos los síntomas de tristeza, falta de la capacidad para concentrase, sentimientos de inutilidad y/o culpabilidad, desinterés y pérdida de la capacidad para disfrutar de las cosas que le generan placer. Asimismo la persona llega a percibir que su futuro no es prometedor y que todo intento por salir adelante no dará resultado.
Ocasionalmente cualquier persona puede sentirse melancólica o triste, aunque por lo general, son sentimientos pasajeros y desaparecen en unos días. Cuando una persona tiene un trastorno depresivo, este interfiere con la vida diaria y el desempeño normal. La depresión es una enfermedad común pero grave y la mayor parte de quienes la padecen necesitan tratamiento para mejorar.
Existe una tendencia a utilizar el término "depresión" como un equivalente a la tristeza, y en concreto a la tristeza normal, a la tristeza como emoción humana que nos acompaña en diferentes momentos de la vida igual que lo hace la alegría. Esta tristeza no forma parte de la depresión. En la depresión el paciente siente una tristeza diferente a la que se experimenta cuando, por ejemplo, se pierde a un ser querido o ante otras situaciones negativas de la vida, es lo que llamamos una tristeza patológica. Otros síntomas de la depresión son pérdida de ilusión por las cosas que anteriormente le ilusionaban, pérdida de interés por las cosas que anteriormente le interesaban y pérdida de la capacidad para disfrutar con las cosas con las que antes disfrutaba. Además hay otros síntomas como pérdida de energía, dificultad de concentración, apatía, dificultad para dormir y pérdida de apetito.
Como ya hemos dicho, el factor genético, es el más importante. En ocasiones encontramos lo que llamamos desencadenantes que se trata de factores vitales que pueden poner en marcha el proceso biológico que provoca la depresión, sin embargo, aunque finalice dicho desencadenante, el cuadro depresivo continua invariable a menos que reciba tratamiento. Estos desencadenantes los llamamos gatillos y a menudo son factores traumáticos sino eventos vitales relativamente poco estresantes, como mudanzas, reformas, intervenciones quirúrgicas menores, etc... Hay otros factores, como aspectos hormonales que pueden favorecer determinados tipos de depresión. O la intensidad y cantidad de luz que también se relaciona con otro tipo de depresión denominada trastorno afectivo estacional.
Los síntomas principales son una tristeza diferente a la que experimentamos al perder un ser querido, pérdida de ilusión por las cosas que anteriormente le ilusionaban, pérdida de interés por las cosas que anteriormente le interesaban y pérdida de la capacidad para disfrutar con las cosas con las que antes disfrutaba. Además hay otros síntomas como pérdida de energía, dificultad de concentración, apatía, dificultad para dormir y pérdida de apetito.
No todas las personas con depresión padecen los mismos síntomas. La gravedad, frecuencia, y duración de los síntomas pueden variar según la persona y su enfermedad en particular. Otros síntomas que pueden aparecer en la depresión son los siguientes:
Varios tipos de psicoterapia o "terapia de diálogo" pueden ayudar a las personas con depresión. Algunos tratamientos son de corto plazo (10 a 20 semanas) y otros son de largo plazo, según las necesidades del individuo. Existen dos tipos principales de psicoterapia, la terapia cognitivo-conductual y la terapia interpersonal, las cuáles han probado ser efectivas en el tratamiento de la depresión. Al enseñar nuevas maneras de pensar y de comportarse, la terapia cognitivo-conductual ayuda a las personas a cambiar sus estilos negativos de pensamiento y de comportamiento que pueden contribuir a su depresión. La terapia interpersonal ayuda a las personas a entender y resolver relaciones personales problemáticas que pueden causar o empeorar su depresión.
Estudios han indicado que una combinación de medicamentos y psicoterapia pueden ser para los adolescentes la opción más efectiva para tratar la depresión y reducir la probabilidad de una reaparición.
En la depresión endógena, además del tratamiento farmacológico, son muy importantes las medidas de soporte que demos en consulta. En este sentido, dedicamos mucho tiempo a explicar tanto al paciente como a su familia en qué consiste la enfermedad, explicarle por qué se siente así y sobre todo por qué no puede evitar sufrir como está sufriendo a pesar de que intenta no hacerlo. Es vital que la familia entienda en qué consiste la depresión y la mejor forma de ayudar al paciente, si no a curarse, al menos a disminuir su sufrimiento hasta que consigamos que se recupere con el tratamiento.
Por el contrario, en la depresión reactiva, el tratamiento va a ser una combinación de psicoterapia y medicamentos. En estos tipos de depresión, la medicación no cura la enfermedad como ocurre en la depresión endógena. El tratamiento farmacológico en estos casos pretende minimizar los síntomas y permitir que el paciente pueda trabajar en la psicoterapia y conseguir finalmente superar el conflicto que ha provocado dicha depresión.